En el pasado, los conductores de patos eran una parte esencial de la economía rural en China y de otros países del sudeste asiático como Vietnam y Tailandia. Además de limpiar los arrozales de plagas, los patos también contribuían a fertilizar los campos con sus desechos, enriqueciendo la tierra de forma natural.
Estos pastores de patos solían seguir rutas establecidas, planificadas cuidadosamente según las estaciones y la disponibilidad de alimento en el camino. Algunos incluso colaboraban con los agricultores, que permitían el paso de las bandadas a cambio del beneficio de un arrozal libre de insectos.
Con la llegada de las granjas industriales y el uso de pesticidas en los cultivos, este oficio ha ido desapareciendo.
Hoy en día, es raro ver conductores de patos en gran cantidad, aunque en algunas zonas todavía persisten unos pocos que mantienen viva esta tradición.